16 June, 2012 20:56

 

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REVISTA CRECIMIENTO INTERIOR N° 53

Año 6, mes de Marzo de 1999

Revista Crecimiento Interior Nº 53, Año 6, Marzo de 1999

 

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SEÑORA DE 45 o UNA MUJER DE VERDAD

Eran las siete de la tarde de un Viernes, y, sentadas a una mesa de un concurrido bar de La Recoleta estaban tres mujeres de mediana edad, absortas en una particular conversación...

LAS FLORES DE BACH: Honeysuckle

La nostalgia del pasado siempre nos hace volver hacia atrás sobre nuestros pasos. Repasando lo sucedido, reviviendo emociones, añorando hechos o personas que ya no están junto a nosotros, recordando constantemente anécdotas vividas en otros momentos, se pierde la oportunidad de vivir plenamente cada momento...

Cuentos

SEÑORA DE 45 o UNA MUJER DE VERDAD

Eran las siete de la tarde de un Viernes, y, sentadas a una mesa de un concurrido bar de La Recoleta estaban tres mujeres de mediana edad, absortas en una particular conversación.
- Dentro de tres años se acabó nuestra sexualidad -dijo Paula resignada.
- Empezamos jóvenes y terminamos jóvenes -agregó Laura con un suspiro.
- A los hombres no les pasa eso, pueden seguir con su vida sexual hasta incluso pasados los setenta años. ¡No es justo! -dijo indignada María.
- Lo que pasa -volvió a tomar la palabra Paula- es que nosotras después de los cuarenta y pico comenzamos con la menopausia, con esas sensaciones de calores y otras cosas que tanto nos alteran. Es que con los cambios hormonales sufrimos toda una serie de efectos que nos dejan fuera del tema sexual , anulan nuestra vida sexual.
María acotó:
- Felices aquellas a las que se les ha apagado la sexualidad. Pueden refugiarse en la paz de sus otros intereses, pero para las pocas que aún conservamos cierto deseo sexual aparece el otro problema... -miró para un lado y para el otro, como si buscara algo y agregó en voz baja - ... es que no hay casi hombres disponibles, y los pocos que quedan...
Paula la interrumpió, diciendo:
- No sigas con la frase. Ya todas sabemos cómo termina -y agregó- indudablemente a esta edad ¿quién puede querernos?.
Y haciendo como que se acomodaba la ropa dijo, mirándose el cuerpo con cierto desagrado:
- ¿Se dan cuenta?. Todo lo que amenazaba con caerse a partir de los 30 años, ahora se cae irremediablemente, -dijo con una sonrisa nerviosa y preguntó- ¿Cómo vamos a competir con las chicas de 20 años que acosan a nuestros potenciales hombres de más de 50 años?. ¿Cómo podemos ponernos a su misma altura en esta lucha desigual?. No será justamente poniéndonos minifaldas y otras ropa de nenas y queriéndonos parecernos a ellas. De ese modo hacemos el ridículo -se contestó a sí misma- Tiene que haber otro modo -y se dejó caer sobre su silla.
- ¿Pero qué tiene una chica de 20 que nosotras no tengamos? - tuvo la feliz idea de preguntar Laura sin pensarlo.
María tomó la palabra y comenzó a contestarle:
- ¿Querés realmente saber qué tiene?. Pues mirá: que son jovenes, que son frescas, que son alegres, que son bonitas, que son... - y se detuvo pensando que no tenía sentido seguir con esa larga lista que parecía no tener fin. Entonces para rematar concluyó - y que tienen todo en su lugar y bien parado.
Se hizo un profundo silencio de aprobación, hasta que Paula tímidamente afirmó:
- Nosotras tenemos algo que las chicas no tienen, y es ese mismo algo que supuestamente nos perjudica, es el mismo algo que nos ayuda.
- Dejate de hacerte la enigmática y decime qué es -le intimó María.
- La edad -contestó, ahora más segura.
Todas se echaron para atrás y luego se rieron. Sin duda se trataba de un chiste. Laura entonces la reprendió:
- Dejate de decir pavadas, cómo va a ser la edad un elemento que nos favorece. Si acabamos de contar los estragos que hace sobre nosotras y que nos lleva a afirmar que a partir de los treinta años empezamos una suave pendiente descendente que no tiene fin.
- Sí, la edad - insistía Paula, - la edad que viene de la mano con la experiencia. Nosotras tenemos muchos años de experiencia y esta experiencia, es el arma que tenemos, es lo que compensa la pequeña pérdida de frescura.
- Pequeña pérdida de frescura ¡lindo eufemismo! -acotó María.
Pero Paula seguía con su idea:
- La experiencia nos permite, por ejemplo, lograr que el hombre cuando esté con nosotras pueda tener una conversación sobre temas de la vida de cierto nivel; es que tenemos un entendimiento de la problemática del otro, que se consigue únicamente con los años, y una experiencia en ciertas cosas que sólo se logra con los años.
- Realmente, quizás tenga razón -dijo Laura y agregó- una chica de veinte sólo piensa en ella y es incapaz de dedicar su energía en lograr que el otro alcance niveles especiales de placer. Ella se limita a poner a disposición su frescura y su belleza.
- Que es más que suficiente para cualquier hombre - acotó seria María.
Paula dijo:
- Eso podrá ser cierto la primera vez que se encuentran, también la segunda vez, pero no me vas a decir que eso se mantiene luego de tres meses. ¿O crees que tienen otros intereses en común?. No te olvides que hay toda una generación entre ellos. Que hablan desde dos mundos distintos y que pasada la novedad, es difícil que se sigan entendiendo.
- La chica de 20 es solo capaz de tomar, no de dar -afirmó Paula lapidariamente.
- Bueno, no siempre es así, no sean tan crueles con las chicas de veinte - dijo María- que aunque no queramos recordarlo, nosotras también en algún momento lo fuimos, y si volviésemos a tener veinte años y escuchásemos una conversación como esta por la ventana, diríamos: "Mirá las pavadas que dicen esas solteronas amargadas". Seamos concientes entonces que aunque fuese cierto que la chica de veinte fuese sólo capaz de tomar, aun en ese caso se complementaría con el hombre mayor pues este lo único que quiere hacer es darle...
Todas se rieron.
Paula la interrumpió para decir:
- Además de "darle" en ese sentido, el hombre mayor cuando puede le da primero un regalito, luego le compra un automóvil, más adelante le da un departamento, y al final le pone la fábrica a su nombre.
- ¿Pero entonces, qué podemos hacer? -preguntó Laura- Pero mirá ahí viene Raul, vamos a preguntarle a él; quizás pueda ayudarnos -dijo María mientras le hacía gestos con la mano para que se acercase a la mesa.
- Mirá Raul, vos sos mi amigo, tenés cincuenta y cinco años y algo de mujeres entendés ¿no es cierto?.
- Bueno, modestamente -dijo Raúl sonrojándose un poco.
- Decime Raul, ¿qué espera un hombre de tu edad de una mujer?.
- ¿De una verdadera mujer? -preguntó Raúl.
- Sí -contestó titubeando María, afectada por la frase "verdadera mujer"- Sí, de una verdadera mujer. Pero primero decime qué es una verdadera mujer para los hombres.
- Una verdadera mujer -contestó Raúl- es aquella que hace sentir al hombre que es un verdadero hombre.
- Ya me había olvidado que leés mucha filosofía, y te gusta complicar las conversaciones -afirmó María y agregó- Decime... ¿qué edad tiene que tener esa mujer y qué características personales?.
Y anticipándose a lo que ella creía era la obvia respuesta dijo:
- Y además decime por qué cada vez los hombres mayores las buscan más jóvenes.
- En realidad -dijo Raul- lo que sucede que una mujer joven, con toda su desenvoltura y desenfado, enseguida hace sentir al hombre mayor que es un hombre de verdad, o sea con su joven energía lo hace sentir muy bien. Pero el problema es luego.
- ¿Pero cuál es el problema?.
- El problema es que ese hombre sigue teniendo cincuenta y cinco años y quiere comportarse como un gallo joven.
Todas se rieron. Raul continúo:
- Al principio para el hombre es todo un descubrimiento darse cuenta de que "puede" y que puede tan fácilmente y con tanta energía, ni él lo puede creer. Así entre asombros y darse cuenta de que en algún lugar de su corazón tiene 20 años pasan los primeros meses. Pero la naturaleza tiene su ciclo, y lo que antes era fácil ahora hay que esforzarse y no se pueden mantener en los niveles de éxitos logrados antes. Entonces el hombre ya no se siente un hombre de verdad, comienza a ocultarle a su mujer, y a sí mismo, que el cuerpo ya no le responde como antes. Empieza a fallar, y pasa a sentirse sino el peor de los hombres por lo menos un hombre disminuído, un hombre de mentira. Por esto es muy difícil que la mujer de verdad tenga solo veinte años pues para hacerlo sentir a uno un hombre de verdad , tiene que tener más años, más experiencia.
- Experiencia - casi gritó Paula, y todas se miraron.
- Sí, experiencia; saber respetar los ritmos naturales de su hombre. Saber cuáles son las pequeñas cosas que lo hacen sentirse el rey de la creación y lograr ese entendimiento íntimo que unicamente dan los años. Además la mujer de verdad es prudente y seria por fuera.
- ¿Qué es eso de ser prudente y seria por fuera? - preguntó Laura.
- Sí -dijo Raul- es esencial que sea sólo prudente y seria por afuera, pero no por dentro, pues cuando se vuelve prudente y seria por dentro se convierte en lo que se podría llamar una Señora gorda, aunque fisicamente esté muy delgada.
- ¿Una señora gorda? -preguntó de nuevo Laura, que no entendía de qué le hablaba.
- Sí, una señora gorda. Una de esas señoras que mientras hace el amor está pensando que el hombre le está arrugando las sábanas recién almidonadas, o que le dice a su hombre deseoso de amor: "Esperá un rato porque mañana no viene la muchacha y primero tengo que lavar los platos, pues no me gusta levantarme a la mañana y encontrarme con los platos sucios". O que no se deja acariciar el pelo en el coche porque estuvo tres horas en la peluquería para lograr ese peinado tan elegante . O que...
- Está bien, está bien, no sigas, ya entendí -dijo vencida Laura.
Raúl, tomó aire y agregó:
- Y de este modo la señora gorda posterga la expresión sexual del amor, anteponiéndole una lista de cosas a hacer, o a cuidar, que seguramente no existían en su mente cuando tenía esos locos 20 años. Además -dijo Raul- una mujer de cierta edad tiene otra ventaja para ser una mujer de verdad.
- ¿Cuál es? -preguntaron todas a coro.
- Ya les dije que el hombre necesita que le dediquen muchas pequeñas atenciones, y necesita una mujer capaz de saber escuchar y contener a ese niño de más de cincuenta años que vuelve refunfuñando luego de haber jugado todo el día a que era un hombre grande y de negocios. Ella lo entiende, maneja sus mismos códigos, sus mismos gustos.
- Entonces, -preguntó María- ¿la pérdida de belleza exterior no es tan importante?, ¿la edad no es un tope limitante?.
- No hay ningún tope, - aseguró Raúl- pues lo que buscamos no tiene edad, se sustenta en el amor y la comprensión, pues la belleza interior de la mujer puede aumentar con los años, lo único que hay que hacer es dejarla salir y no taparla con amarguras y resentimientos, evitando que aparezca en ella la "señora gorda" - y Raul se infló los cachetes y tomó una postura de "señora gorda" que hizo que todas se rieran con ganas.
María dijo:
- Escuchame Raúl todo lo que decís está muy bien pero ¿cómo resolvemos el otro problema?.
- ¿Cual? -preguntó Raul intrigado.
Y María comenzó con su frase típica:
- Es que no hay hombres y los pocos que quedan...
Raúl la interrumpió y le dijo secamente:
- Yo creo que esto que decís es cierto porque Uds. así lo creen, y lo que creen se hace realidad.
Luego se acomodó en su silla y en tono confidente les dijo:
- Miren, más de una vez, estando como ahora en la Recoleta, hice algo que en Europa acostumbraba a hacer. Me acercaba a una mesa donde estaban sentadas dos o tres mujeres hablando entre ellas, como estaban Uds. antes, e intentaba establecer una conversación con ellas. El resultado era o que me ignoraban o directamente me miraban con desprecio, como diciendo: "¿este quién se cree que es, cómo se atreve a dirigirnos la palabra?". Entonces yo me retiraba en silencio mientras pensaba: "aquí hay un hombre disponible y lo rechazan, obvio es que con este modo de tratar al otro, se confirma la teoría de que no hay hombres disponibles. Les insisto, lo que creen se hace realidad.
Luego se levantó y al despedirse les dijo:
- Yo veo que Uds. tienen todo para ser, si lo desean, mujeres de verdad.
Todas lo miraron partir, y luego se miraron entre ellas. Una pequeña luz se había encendido en el interior de esas mujeres, y de a poco aumentaba en intensidad. Era como si la palabra "mujer de verdad" les diese una nueva perspectiva de la vida, les liberase energías dormidas. Todas comenzaron a sentir cierto escozor en el cuerpo, cierto aumento de temperatura y vibraciones que hacía mucho habían olvidado y que les recordaba su juventud y en su interior junto a esta luz crecía la idea de que tenían mucho para ofrecer a un hombre que supiese reconocer a una mujer de verdad.
Siguieron charlando y a medida que la conversación avanzaba se sintieron alegres y vitales como hacía mucho que no sentían.
Una de ellas escribió en una servilleta de papel una frase que le quedaría para siempre y que decía: "La vida sexual y el atractivo de una mujer, en realidad terminan cuando ella cree que terminan".
Y apenas estaba terminando de escribirla cuando de pronto sintió algo y levantó sus ojos. Era que de lejos un hombre elegante de poco más de cincuenta años, la estaba mirando fijamente y le sonreía. Ella le devolvió discretamente la sonrisa.
Es que la energía que emite una mujer de verdad enseguida atrae a un hombre de verdad.

P.D: Mientras tanto en una mesa más alejada tres hombres conversaban acerca de un tema que indudablemente les apasionaba.
Se escuchó apenas a uno decir:
- Estoy desconcertado, por más que trato y trato, no logro descubrir qué es lo que realmente necesita una mujer de un hombre, y cuál es el secreto para tenerla feliz.
Luego, ya sea debido a que la mesa estaba muy lejos, o que hablaban muy despacio, o que había mucho ruido en el bar, el hecho es que no se pudo escuchar nada más sobre lo que decían.
De todos modos estimados lectores no nos preocupemos demasiado pues esperamos enterarnos próximamente del contenido de esa conversación, y esto será motivo de un próximo cuento.

Autor: Dr. Dino Ricardo Deon
Extraído del libro "Los cuentos de Dino".


Revista Crecimiento Interior Nº 53, Año 6, Marzo de 1999

 

Escritos sobre Terapias Florales


Las Flores de Bach
Honeysuckle (Madreselva)

La nostalgia del pasado siempre nos hace volver hacia atrás sobre nuestros pasos. Repasando lo sucedido, reviviendo emociones, añorando hechos o personas que ya no están junto a nosotros, recordando constantemente anécdotas vividas en otros momentos, se pierde la oportunidad de vivir plenamente cada momento, de aprovechar al máximo el minuto presente sabiendo que es único e irrepetible. Vivir en el pasado es haber perdido la perspectiva de un futuro mejor. Es ignorar que siempre se puede crecer. Es tener el cuerpo aquí y la mente en otro lado. Es no poder disfrutar. Es no ser consciente de lo que se está haciendo o de las oportunidades que llegan a cada momento.
A Honeysuckle se la llama la flor Gestáltica, porque tiene la capacidad de traernos al aquí y ahora. Cuando los temas de conversación se centran sólo en los recuerdos. Si existe la creencia de que todo tiempo pasado fue mejor, se pierde la confianza y la conexión con la Sabiduría Interna que cada uno lleva dentro de sí. El defasaje entre cuerpo y mente produce una desarmonía que agota la fuente de energías interiores y nos trae sufrimiento por saber que ya no podrá ser otra vez igual, o aún la tortura mental de los remordimientos por haber o no haber hecho determinadas cosas en el momento apropiado.
No se pueden aprender las lecciones de la vida si se está siempre con la cabeza mirando hacia atrás, hacia el tiempo pasado. Honeysuckle devuelve la conexión con el presente, la posibilidad de rescatar las vivencias y transformarlas en lecciones aplicables a los proyectos, a las acciones del presente, a los pensamientos que van componiendo la existencia cada día.
Por este motivo esta flor es muy aplicable para todo aquello que llamamos herencia genética. Honeysuckle tiene la fuerza capaz de transformar toda energía que provenga de "atrás", de lo anterior, y genera una nueva fuente de vitalidad que corresponde a lo nuevo, al hoy.
Muchas veces se identifica el estado negativo de Honeysuckle con las personas mayores, que suelen vivir de sus recuerdos y hablar de él en forma permanente. Pero también se encuentra este estado en otras edades y estados. Por ejemplo, niños que se van de viaje y extrañan su cama, su mascota, a su familia (si no están con ella); adultos que se mudan a otra ciudad y no dejan de pensar en la antigua casa, el barrio, los amigos; personas que dejan su trabajo y no pueden conectarse con el nuevo porque viven aún las sensaciones y emociones que les producía entrar a su antigua oficina, ver las antiguas caras, el anterior escritorio.... Realmente, en cualquier etapa se pueden añorar las cosas pasadas.
El tipo de persona Honeysuckle suele tener un aspecto poco vital, como si hubiese envejecido en poco tiempo. Carece de dinamismo, y tiene dificultad para soltar, para cambiar.
Honeysuckle hace que estas mismas personas puedan capitalizar las experiencias del pasado para aplicarlas al momento presente. Les permite recordar sin que se queden pegadas a los hechos ya transcurridos. Los ayuda a tener una vida más plena, a aprovechar cada instante y a comprender que el presente es una sucesión de "ahoras" que en pocos segundos se habran perdido. Con esta nueva visión, los recuerdos pueden ser placenteros, pero no al punto de permititir que se desperdicien los instantes que se están viviendo. La intuición se manifiesta en forma más abierta y el aspecto del individuo se vuelve más vital, se lo nota más atento y su mirada más chispeante. Simplemente porque ha vuelto a la vida.

"No se insistirá nunca lo suficiente sobre el hecho de que todas las almas encarnadas en este mundo están aquí con el específico propósito de adquirir experiencia y comprensión, y de perfeccionar su personalidad para acercarse a los ideales del alma."

"No tengamos miedo a meternos de lleno en la vida; estamos aquí para adquirir experiencia y conocimiento, y poco aprenderemos si no nos enfrentamos a las realidades y ponemos todo nuestro empeño."

Dr. Edward Bach

Autores: Staff de la Revista Crecimiento Interior.

Revista Crecimiento Interior Nº 53, Año 6, Marzo de 1999


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 
 

 

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